Vaya por delante que no soy (era) un gran fan de Nacho Vegas. ¿Qué razón, pues, me llevó al concierto de la Sala Apolo del pasado 9 de enero? Pues mi partner habitual de conciertos desde principio de los noventa, la promesa de unas cervezas y una charla animada, el típico jueves y los ecos de una actuación del artista este verano en el Vida Festival, sorprendiendo a propios y a extraños, que nos dejó con ganas de más…
Nacho Vegas, asturiano de nacimiento y de conocimiento, es lo que los americanos llaman un storyteller, un crooner, un poeta, un cantautor que decimos nosotros, que encima del escenario desgrana historias de amor, de desamor, historias sociales, antisociales, de revolución (nota importante: abstenerse aquellos que solo buscan ritmos pegadizos y no se fijan en las letras, no es vuestro hombre) y, lo más importante, parece un tío honesto, difícil de encontrar, como canta su amigo Bunbury empiezo a pensar que en realidad hay muy poca gente…
Celebrando el fin de gira de su último disco “Violética”, desgarra canciones de toda su carrera, acompañado de una potente banda (los León Benavente) que convierten esas historias en un concierto más potente del que en un principio nos podíamos imaginar, y acompañado por el Coru Antifascista Al Altu La Lleva, asturianos, para reforzar la ideología de sus historias, de su música, de su propuesta.
Empezamos con “El corazón helado” (historias de maquis), seguimos con “Ideología” (Quién es el ideólogo de la marca Dios?) hasta llegar a “La Gran Broma Final”, sin ambigüedad, hablando de todo por su nombre, reclamando libertades sin mirar quién tienes al lado, se le agradece en estos tiempos que nos está tocando vivir.
Reflexión posterior de camino a la búsqueda de la moto por el Paral·lel, qué grande este tío, con banda, con coro, y con entradas a 20 euros! Seguramente no llenará nunca estadios, nunca pondrá entradas a 70 euros la más barata, pero que gustazo asistir a estos conciertos en petit comité….qué te vaya bien Miss Carrusel.
by Andreu Miquel
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